Sufrir una pérdida gestacional sea en la semana que sea es una experiencia terriblemente dolorosa, pero cuando el entorno no es comprensivo, ni tan siquiera el personal médico, la experiencia se convierte en una auténtica pesadilla.
Amparo ha querido hablar de ello y de las emociones que ha sentido tanto por la falta de empatía como del poco soporte recibido. Ella explica muy bien, como de necesario es que la atención en los primeros momentos sea la adecuada para transitar el duelo y como de importante es hablar de ello para que ninguna mujer se sienta sola.
Muchas gracias Amparo por compartir tu testimonio con nosotras.
La maternidad que no esperaba
En agosto del 2019, mi pareja y yo decidimos ir a buscar familia, me hice una revisión ginecológica y me informaron de que tenía ovarios poliquisticos y que eso podía hacer que me costara quedarme algo más de lo normal.
Para nuestra sorpresa al tercer intento me quedé embaraza y estábamos contentos, aunque he de admitir que me costaba entusiasmarme, desde el primer momento algo me decía que no iba bien, aunque en la ecografía de las 8 semanas me dijeron que estaba todo bien, la gente me llamaba: obsesionada, negativa, victimista, de todo…
Fui a la ecografía de las 12 semanas con mi madre (una de las personas menos empáticas que conozco) y el ginecólogo me dijo:
Es un aborto diferido, vístete.
Fue lo más duro que he oído en mi vida y de una manera tan fría que me partió en dos, para mejorarlo mi madre lo único que dijo fue ¿y no se puede saber si es niño o niña?
Me sentí tan sola y desolada.
Al día siguiente me hicieron un legrado, ‘legradito» cómo me dijeron las personas del hospital, como si no fuese nada y para mí era todo. Salir de allí vacía, literalmente sentí que me habían vaciado el alma.
Por la vía pública no he vuelto a saber nada más, me dijeron que me harían un reconocimiento al mes y nada de nada. Nadie me ha vuelto a decir nada. Fui por la vía privada y todo bien, en abril de 2020 me dieron el ok para volver a intentarlo. Yo no tenía todavía pensado intentarlo, pero como mi pareja tenía tanta ilusión de intentarlo pues decidimos dar el paso.
Para mi sorpresa, mi pareja, que tenía tantas ganas de volver a intentarlo estaba muy agobiado con la búsqueda, apenas tenía líbido sexual, intentaba hablar con él y no hablar del tema, ni hacerme test de ovulación, ni nada, para que él no se viera obligado o sintiera la necesidad de tener que hacerlo en algún momento dado, pero nada… Un día tenía muchas ganas y al otro estaba súper agobiado y eso me ha estresado mucho.
En todo este tiempo, desde aquel 30 de enero de 2020 en el que me vaciaron el corazón no he tenido apoyo, no el que yo necesitaba.
Cuando he intentado hablar de cómo me sentía (con mi pareja, familiares y amigos) todos me cortaban enseguida y me decían que no le diera más vueltas, que no era todavía un bebé, que es muy común y que ya llegará.
Me siento bastante sola.
En diciembre de 2020 me hicieron el reconocimiento por la vía pública (11 meses después del legrado) y para mi sorpresa la ginecóloga que me atendió fue MUY HUMANA. Se indignó mucho con la tardanza, me hizo un reconocimiento a fondo y me mandó las pruebas de fertilidad, al llevar tiempo buscando y con mis ovarios me dijo que era lo mejor para ver si todo estaba bien, me sorprendió mucho, fue la primera vez que alguien de la sanidad pública se preocupaba por mí, me explicaba todo con respeto y sobre todo EMPATIA (tan necesaria en estos momentos).
Al final no he llegado a hacerme las pruebas.
Resulta que estoy embarazada de 9 semanas.
Hace dos días fui a mi ginecólogo privado para hacerme una primera eco y esta vez todo indica que va bien. La medida, la posición y el latido van cómo deben ir en estas semanas y todo indica que el embarazo se está desarrollando de manera normal.
Mi pareja y yo estamos muy felices sobre todo porque por el momento todo se ha visto normal cosa que no pasó en el otro embarazo, pero hay días en los que tengo ganas de llorar del miedo que siento, a veces tengo ansiedad porque estoy embarazada y me encuentro bien, un poco cansada, pero generalmente me encuentro bastante bien y en vez de disfrutarlo le doy mil vueltas por si eso significa que no está avanzando y aunque mi ginecólogo me ha dicho que eso no significa absolutamente nada, la mente te la puede jugar de muchas maneras.
Así que cada día lucho más entre todo lo negativo que me pasó y todo lo positivo que está por venir.